UNO DE TANTOS.
UNO DE TANTOS…
Me llevó algún tiempo decidirme a escribir ésta
parte de mi existencia, que anteriormente no había tocado y que ahora quiero
hacerlo, no como una queja sino con la intención de hacer un llamado a las
nuevas generaciones para que no caigan en los mismos errores y dirijan su
energía a la ejecución de acciones que los lleven al camino que habrá de
conducirlos a un mundo donde la gente viva en armonía, sin desigualdad social,
sin injusticias, sin hambre, que la naturaleza sea respetada y se permita su
evolución normal para que la vida, en general, sea mejor para todos los seres
que habitamos el planeta.
En el Grupo Popular Guerrillero, mis compañeros:
Arturo Gámiz, Salomón Gaytán, Antonio Scobell, Juan Antonio Gaytán; también
Margarito González, Ramón Mendoza y Lupito Scobell quienes esporádicamente
hacían contacto con nosotros, siempre nos tratamos de igual a igual, es decir,
no había diferencias y mucho menos actitudes discriminatorias; imperaba el
compañerismo independientemente de ser profesor, estudiante, obrero o
campesino.
Después del asalto al cuartel de ciudad Madera,
conocí a muchos compañeros revolucionarios,
plenamente convencidos de la necesidad de la lucha, pero entre ellos también
conocí a algunos pequeño-burgueses que se decían revolucionarios o militantes
de algún grupo, que se creían pequeño-burgueses. En éste contexto, experimenté
actitudes negativas que afectaban la convivencia entre militantes y
perjudicaban, en gran medida, el avance del movimiento revolucionario.
Salí del estado de Chihuahua y llegué a la
capital del país. Me puse en contacto con activistas como el Ing. Álvarez, el
Dr. Villegas y el Dr. Trejo quienes me brindaron protección y apoyo, lo cual
fue para mí de un valor incalculable; sin embargo, en el trato y la convivencia
con ellos había cierta diferencia de
clase social que yo entendía y aceptaba.
Tiempo después, el Dr. Trejo me puso en
contacto con familiares de Genaro Vázquez Rojas y con gente de la Asociación
Cívica Nacional Revolucionaria con quienes participé en la lucha legal que se
llevaba a cabo en el estado de Guerrero; En un enfrentamiento a balazos con las
fuerzas públicas, resulté herido y fuimos encarcelados dos compañeros y yo.
Cuando salí de la cárcel me trasladé a la Ciudad de México. Tiempo después, el
Dr. Trejo me puso en contacto con un comando armado (Comando de Acción y Enlace
de la ACNR); una de las condiciones para ingresar al grupo era que tenía que
someterme a la prueba del suero de la verdad (pentotal). El hecho de ser
ex-militante del GPG y haber participado en el Asalto al Cuartel de Cd. Madera
no me avaló para ser aceptado sin condiciones pero, como dice el dicho “el que
nada debe, nada teme” y acepté someterme a la prueba. Se me aplicó el pentotal
y fui sometido a un interrogatorio al cual respondí sin problema alguno. Días
después, los compañeros del grupo me citaron en algún lugar de la ciudad, donde
se encontraban reunidos esperando mi llegada. Me informaron que se iba a llevar
a cabo una expropiación y en un automóvil partimos hacia el edificio (PRI del
Distrito Federal) donde se llevaría a cabo la acción revolucionaria. Ellos ya
traían su plan de acción el cual yo desconocía. Uno de los integrantes del
grupo, apodado “José”, entró al local, esperó a que saliera todo el
personal que laboraba en el edificio;
abrió una puerta para que entrara el resto de los integrantes del comando.
Entramos al estacionamiento. A mí me ordenaron que siguiera a Miguel Ángel, quien
se percató de que el velador del edificio había detenido a “José”. Vámonos –me
dijo- y a balazos abrimos el candado de un portón para escapar más rápido. En
el transcurso de la noche detuvieron a los otros integrantes del comando. A las
seis de la mañana, agentes policiacos me detuvieron en mi domicilio; (“Caímos como chamacos queriendo hacer
travesuras”). Después de varios días de torturas e interrogatorios, fui llevado
a un lugar donde se encontraban los otros integrantes del comando armado.
Fuimos llevados a dactiloscopia, ante ministerio público, presentados a la
prensa y de allí a Lecumberri.
Cuando llegamos a la crujía “O” en Lecumberri,
nos recibieron los compañeros del Movimiento de Acción Revolucionaria. Tiempo
después llagarían a la crujía “O” integrantes de la organización Comandos
Armados del Pueblo y compañeros de otras organizaciones armadas. La convivencia
con los compañeros era aceptable, pero mucho mejor con Francisco Javier
Pizarro, Juan Chávez de la Rocha y Pedro Marín Zarate, quienes tenían interés
en saber más a detalle, los sucesos del 23 de Septiembre de 1965; sin embargo,
no faltaron léperos (Alberto Ulloa y otros) que se dedicaban a vigilarme para
criticar mis acciones y también mis errores.
A la crujía “O” nos llegaba información de
acciones revolucionarias importantes como el secuestro del avión de Mexicana de
Aviación (1972) ejecutado en la ciudad de Monterrey en el cual se negoció la
liberación de 7 guerrilleros(as), presos por llevar a cabo diversas acciones
armadas.
También supimos del secuestro del avión, en
Guadalajara (1973), donde se encontraba el cónsul de E. U. George Terrance
Leonhardy, en el cual se negoció la liberación de un grupo importante de presos
políticos, por lo que el gobierno recibió una lista con los nombres de 30
guerrilleros, presos en diferentes cárceles del país. Días después, cuando los
guerrilleros liberados ya se encontraban en Cuba, Alejandro López Murillo me
dijo que yo estaba en la lista para ser liberado pero que me eliminaron para,
en mi lugar, pedir la excarcelación de otro preso político. No me dio más
explicación.
El comité Primeros Vientos, organizó la
presentación del libro “Del Cuartel a Lecumberri”; el evento se programó para
el día 16 de marzo del 2005, a las 20:00 horas, en el Centro Cultural Quinta
Gameros. Después de la presentación del libro, alguien me presentó a un
profesor de apellido Sandoval. El profesor traía un ejemplar de libro recién
presentado. Miró la portada, también la contraportada; me miró, luego dijo;
“este no es un libro, este es un folleto”. No dije nada, solo pensé: “para mí es un libro de poco volumen”.
Es del conocimiento de muchos, que en el
transcurso del Movimiento Armado Socialista, hubo algunos matrimonios que se
llevaron a cabo ante la ley revolucionaria, como fue el caso de Lucio Cabañas,
y algunos más. En éste terreno yo fui desafortunado, pues en dos o tres
intentos que hice, buscando relacionarme sentimentalmente con alguna compañera,
el rechazo fue inmediato, tajante, definitivo, lo cual me hacía sentir que
entre ellas y yo había una diferencia social abismal e infranqueable.
Con mujeres, no involucradas en el movimiento,
me relacioné, en varias ocasiones, pero con ninguna logré una relación
definitiva. Por diferentes causas se rompió la relación sentimental con Delia,
Blanca y Socorro; cada una de ellas (en su tiempo) decidió la separación, para
seguir su camino hacia nuevos horizontes. Mi relación con Lupita fue excelente y todo
indicaba que seria para siempre pero un accidente automovilístico puso fin a su existencia, truncando nuestro
anhelo de disfrutar una vida armoniosa y duradera. Bueno, en el caso de Rosa, desconozco la
causa por la cual decidió la separación, pero, creo que no ha de ser muy
agradable, cuando no hay consciencia de clase, convivir con alguien que no se
arrodilla ante los curas, que va siempre en contra de la política oficial, de
los políticos corruptos y que rechaza todo lo que el sistema capitalista ofrece
a los ciudadanos, a través de los medios de comunicación, con la intención de enajenarlos, embrutecerlos
y controlar absolutamente todo para beneplácito y satisfacción de los
todopoderosos.
Los días 6 y 7 de junio del 2014, en la ciudad
de Hermosillo, Son., se llevó a cabo un evento denominado “Letras y
revolución”, en la Casa del Pueblo
Profesor Arturo Gámiz, en el cual participaron los compañeros José Luis
Alonso Vargas, Héctor Ángel Ibarra Chávez,
José Guadalupe Esquivel Valenzuela y yo. En la mesa de análisis “Las Vías
Actuales para la Lucha Socialista”, cada participante dio a conocer su
propuesta. Al terminar mi participación cedí el micrófono a José Luis Alonso
Vargas; Chelis lo cedió a José Guadalupe Esquivel, quien volteó a verme y,
apuntando hacia mí y con micrófono abierto, dijo: “Tu propuesta está en chino”.
A principios del año 2016, cuando me dirigía a
Gómez Palacio, Dgo., para asistir a un
evento que se llevaría a cabo en Torreón, Coahuila, en la Cd. de Chihuahua el
compañero Gabino Gómez, activista de la organización campesina El Barzón, me
invitó a tomar un trago de licor, le dije: “gracias, no tomo”, me contestó:
“qué poco hombre eres”; insistió, nuevamente me negué y repitió: “no, pues que
poco hombre eres”. Una dama que se encontraba cerca, le “llamó la atención” y,
bueno, el incidente pasó a segundo plano.
El día 8 de septiembre del 2017, se llevó a
cabo la presentación del libro “El Guerrillero” de la autoría de Saúl rosales y
Eusebio Vázquez, en el local que ocupa la biblioteca municipal de Torreón,
Coah. Estaba por dar inicio el evento cuando llegó un alto funcionario de la UAC (Universidad
Autónoma de Coahuila). Saludó a Saúl y a su compañera, luego se dirigió a mí
para entregarme un dinero; son 6,500 pesos –me dijo- cuéntelos y firme este
documento. En ese momento nos pidieron que pasáramos al frente para dar inicio
a la presentación. Yo, de manera rápida, revisé el documento y procedí a
firmarlo sin contar el dinero pero la Sra. Masías lo contó y me dijo que sí,
que eran 6,500 pesos. Se llevó a cabo la presentación. Al día siguiente abordé
el autobús y regresé a Agua Prieta. Uno o dos días después, recibí una llamada
de un funcionario de la UAC, quien me dijo que necesitaban las facturas de los
pasajes, del hospedaje y del consumo en el restaurante del hotel; le contesté
que no me era posible conseguir dichas facturas; entonces –me dijo- va a tener
que regresar el dinero o por lo menos parte del dinero; le pregunté que cuanto
tenía que regresar; me contestó que
regresara 3,250 pesos. Estaba por salir hacia el banco para hacer el depósito,
sonó el teléfono, era una dama de la UAC, quien me dijo que no eran 3,250 pesos
lo que tenía que regresar; le pregunté que entonces cuanto; me contestó que
tenía que devolver 6,000 pesos. Salí, fui al banco y deposité 6,500. Yo
pregunto: ¿Por qué me entregaron a mi el dinero y no al o los organizadores del
evento?
El comité Primeros Vientos, organizó la
presentación del libro “El Guerrillero”. El evento se llevaría a cabo en la
Escuela Normal Rural de Saucillo, Chih. En esta ocasión, se contaría con la
presencia de Eusebio Vázquez Navarro. El
día 21 de septiembre del 2017, nos trasladamos a la Escuela Normal: compañeros del
comité, Nacho Cárdenas y yo. Llegamos a las instalaciones de la escuela, nos
recibió la directora del plantel, luego nos invitó a desayunar. En la masa nos
encontrábamos Lalo Gómez y su esposa, Saúl Ornelas, un joven, la directora,
otra dama, Nacho Cárdenas y yo. Desayunábamos cuando llegó Eusebio Vásquez, su
hijo y otras personas. Eusebio saludó de mano a Nacho Cárdenas. Quise saludarlo
y me dejó can la mano extendida. “No acostumbro –dijo- saludar a las personas
cuando están comiendo”. Se llevó a cabo la presentación con el auditorio
repleto de estudiantes, maestros y empleados del plantel.
En el mes de septiembre de 2017, cuando viajaba
a la ciudad de Durango a la presentación
del libro “El Reencuentro”, llegue a Nuevo Casas Grandes; cuando salí de
la terminal de autobuses, ya me estaban esperando la compañera Clara Elena y su
esposo, quienes vinieron desde Cd. Cuauhtémoc para llevarme a la ciudad de
Chihuahua, mi amiga Victoria y otra dama. Cuando regresé de la ciudad de
Durango, me enteré de que la dama (Que decía haber sido novia de Arturo Gámiz),
refiriéndose a mí, había dicho: “Es un apagado, un don nadie ¿Ya le viste la
cartera?”.
Sin yo solicitarlo me registraron como
candidato a diputado suplente por el V distrito electoral en Sonora; militantes
del Partido Revolucionario Institucional querían, supongo, enrolarme en las
huestes del partido (En Agua prieta, fui secretario general del sindicato de
maquiladoras, que aglutinaba a, casi, cinco mil obreros) pero dicho registro a
mí me fue indiferente; lo curioso del caso es que militantes de los partidos de
“Izquierda”, jamás buscaron un acercamiento conmigo. Bueno, soy consciente de
que todo lo aquí expuesto y más, se dio simple y sencillamente porque yo era,
soy y seguiré siendo el hijo de una familia de campesinos sin tierra.
El día 19 de junio del 2020, amanecí muy
enfermo por lo que les pedí a mis hijas me llevaran con un medico (no quise que
me llevaran al IMSS, por los rumores negativos que se escuchaban en contra del
instituto); mis hijas me dijeron que me llevarían por la tarde, pues estaban
saliendo a su trabajo. Hablé con mi sobrino Oscar Laurence y él me dijo que me
iba a traer a un medico a la casa. Media
hora después, aproximadamente, llegó con una doctora quien, me tomó la
temperatura y después de revisarme, le dijo a mi sobrino que tenían que
llevarme a la clínica (particular). Ya en la clínica, la doctora procedió a
hacerme los estudios necesarios para saber cuál era la enfermedad. Pidió que me
hicieran radiografía de los pulmones. Me hizo algunas preguntas, me auscultó,
por medio de un aparato que colocó en un dedo de mi mano izquierda se dio
cuenta de que la oxigenación de la sangre era muy baja por lo que procedió a
ponerme oxigeno. Cuando la doctora revisó la radiografía le dijo a mi sobrino
que sí era coronavirus; luego, le sugirió que me llevara al seguro para que me
siguieran suministrando el oxigeno. Nos dio
la receta para el tratamiento, mi sobrino adquirió los medicamentos y
regresamos a mi casa. Con los medicamentos que me recetó la doctora, con
remedios naturales y ejercicios de respiración yóguica, me fui recuperando poco a poco.
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