IVETH.


IVETH.
   Serían las seis de la mañana, del día 12 de agosto del 2008, cuando escuché el sonido insistente de un claxon, por lo que salí de mi habitación y fui hacia la puerta de entrada de la casa. Bajé la escalera y caminé por el pasillo rumbo a la puerta de malla ciclónica que da hacia la calle. Allí estaba un policía. Me preguntó por Raúl Lugo. Yo soy –le dije- y procedí a quitar el candado de la puerta. “¿Qué es tuya Iveth Lugo?” –me preguntó-. Es mi hija –contesté-. El policía me informó que Iveth había sido apuñalada y que se encontraba en el hospital “Latino”.
Entré a la casa, le informé de los sucesos a Rosa María, mi esposa; rápido nos alistamos y lo primero que hicimos fue ir a avisarle a mi hija Blanca Lugo. De allí nos trasladamos al hospital. Pedí información del estado de salud de Iveth, la respuesta fue desalentadora, me dijeron que había recibido 9 puñaladas y que su estado era crítico. Me dieron una lista de medicamentos que necesitaban para continuar atendiendo a mi hija. Les hice saber que de momento no traía dinero para surtir las recetas; me contestaron tajantemente: “entonces llévesela a otro hospital donde le cueste menos”.  Salimos del hospital. Allí se encontraban algunos miembros de la familia Robles Bustamante. Les di una breve información de los sucesos y del estado de salud de Iveth.
Le pedí a Rosa María que me llevara a Douglas, para avisar del suceso a Blanca Robles, madre de Iveth, quien se encontraba trabajando e ignoraba que su hija se debatía entre la vida y la muerte. A solicitud nuestra, la mujer salió del restaurante donde trabajaba, en ese momento me abatió la perplejidad y  enmudecí momentáneamente. Fue Rosa María quien le hizo saber el motivo de nuestra presencia ante ella. El golpe emocional de la noticia fue duro para la mujer, quien daba vueltas sin saber que hacer y entre incoherencias nos dijo: “Iveth tiene access”  (access to medical cervices), acceso a servicio medico. Momentos después, ya un poco más calmada, Blanca Robles nos dijo a donde podíamos ir para solicitar el servicio; le habló por teléfono a mi hija Janneth, para que nos acompañara al hospital y nos sirviera de intérprete. Llegaron Janneth y su novio. Nos trasladamos al Hospital de Douglas, solicitamos el servicio y nos dijeron que sí le daban atención médica; que me hiciera cargo del traslado a la garita, mientras ellos preparaban todo para recibirla y proporcionarle la atención requerida.
Rosa María y yo regresamos a Agua Prieta. Comenté a los familiares mi propósito de trasladar a Iveth a Douglas. Alguien dijo que yo estaba loco, que no la iban a dejar pasar sin papeles.
Dejé los documentos de mi casa como garantía de pago por el servicio y la atención proporcionada en el Hospital Latino; solicité los servicios de la Cruz Roja, paramédicos de la institución se hicieron cargo del traslado y poco después mi hija se encontraba en la garita de entrada a los Estados Unidos.
 Paramédicos de Douglas recibieron a Iveth. Elementos del personal de la gatita intentaron detener el traslado, aduciendo la falta de documentos de Iveth. Hubo una breve discusión, pero se impuso el criterio de los paramédicos. Solicitaron la presencia de un familiar de la paciente, la madre de Iveth hizo acto de presencia, le otorgaron un permiso humanitario y fue así como Iveth pudo entrar a Douglas, Az. 
En los estacionamientos ubicados entre El Wal Mart y el J. C. Pennys, se encontraba un helicóptero listo para el traslado; el hijo de Iveth, de solo cuatro años de edad, llorando decía “My mom is dead”. Los paramédicos  subieron a Iveth a la aeronave e instantes después volaban hacia la ciudad de Tucson, Az.
Rosa María se puso en contacto con su hija Auxy, quien radica en Tucson, y le informó de los acontecimientos. Auxy se trasladó al University Medical Center, para esperar el arribo de Iveth al hospital.
Alguien, del personal del hospital, solicitó la presencia de algún familiar de Iveth; Auxy se presentó como pariente; le preguntaron el parentesco “es mi hermanastra” –contestó-. Le pidieron que firmara unos documentos, para poder internar a la paciente.
Sonó mi teléfono celular, contesté y, era Auxy; me informó que Iveth había sido internada, me comentó de la firma de documentos y me preguntó si había hecho bien al firmar; le contesté que sí y le agradecí por hacerlo.  
Rosa María y yo nos trasladamos a Tucson. Esteban y Brenda Salas (yerno e hija de Rasa María) nos acompañaron al hospital. Para entonces, Iveth ya había sido intervenida quirúrgicamente pero su estado de salud seguía siendo grave. Pasaban los días, Iveth se recuperaba poco a poco pero el riesgo de un desenlace fatal aminoraba. La opinión de los  médicos que la atendieron fue que llegó muy a tiempo al hospital, que se salvó por minutos.
 Actualmente (01 de abril del 2014), Iveth se encuentra bien de salud y puede platicar su amarga y  traumática experiencia. 

Comentarios

  1. wow muchas gracias por haber escrito esto. por compartir su experiencia en ese acontecimiento. acontecimiento que ya esta en el pasado. Que me hizo mas fuerte. Ahora uso mi historia para ayudar a otras personas. Gracias por salvarme la vida padre mio. Si no fuera sido por sus acciones yo no estubiera aqui. lo amo con toda mi alma. Me dio la vida dos veces!!

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