LOS CRISTEROS.


LOS CRISTEROS
La guerra de los cristeros inició, en el centro del país, en el año de 1916 y terminó en 1929 siendo presidente de la república el general Plutarco Elías Calles. La causa principal de la revolución cristera fue la legislación y aplicación de leyes dirigidas a restringir los privilegios de la iglesia católica.
Se sabe que en el articulo 130 de la constitución mexicana, promulgada en el año de 1917, se establecía una política que negaba la personalidad jurídica de las iglesias, prohibía la participación de los curas en política y también el derecho de poseer bienes raíces por parte de la iglesia. El artículo en mención prohibía el celibato, la existencia de comunidades religiosas y permitía al Estado ejercer una sujeción muy severa hacia la iglesia.
Durante el movimiento armado, a la par de las acciones convencionales, hubo asaltos, asesinatos y violaciones, por parte de grupos que se decían cristeros; pero también fueron fusilados muchos católicos que no quisieron participar en el movimiento armado.
El conflicto estalló y se extendió a los estados de Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Nayarit, Aguas Calientes, Colima, Zacatecas y el Distrito Federal. Hubo repercusiones, también, en la península de Yucatán.
En las elecciones presidenciales del año de 1928, resultó electo el general Álvaro Obregón, quien tenia contemplado, entre sus proyectos de gobierno, promover acuerdos para terminar con el conflicto armado; pero, fue asesinado en la ciudad de México, por lo que Emilio Portes Gil asumió el cargo como presidente interino. Dicho acontecimiento retrasó las negociaciones; pero un año después, el embajador estadounidense Dwight Wihtney Morrow logra entrevistarse con los obispos Monseñor Ruiz y Flores y Monseñor Pascual Díaz. Luego se entrevista con el presidente Portes Gil y le expone las condiciones de los eclesiásticos para lograr el fin del conflicto armado.
Portes Gil aceptó la negociación y de inmediato hizo declaraciones respecto a que las actividades religiosas podían reiniciarse, siempre y cuando los clérigos se apegaran a la ley vigente. Hubo “estira y afloja” en las negociaciones pero a final de cuentas se logró el acuerdo sobre las bases de amnistía general para los participantes en el conflicto armado y la devolución de los bienes curales y episcopales.
La mayoría de los involucrados en el conflicto no estuvieron de acuerdo con la negociación, alegando que no se les había tomado en cuenta para la realización de la misma y de, aproximadamente, 50.000 combatientes, solo 14.000 entregaron las armas.
En un banquete ofrecido por los masones, el presidente Portes Gil anunció el sometimiento de la iglesia católica, sin que la constitución sufriera modificación alguna. Posteriormente surgieron otros levantamientos armados, pero el principal enemigo de dichos levantamientos fue la misma iglesia y el gobierno federal logró sofocarlos en poco tiempo.
En el año de 1988, el presidente Carlos Salinas de Gortari reanudó las relaciones diplomáticas con el vaticano. También reformó el artículo 130 de la constitución mexicana para otorgarle personalidad jurídica a las instituciones clericales; lo cual viene a ser el inicio de una nueva etapa en la relación Estado-iglesia.
Raúl Florencio Lugo Hernández.
12/02/2003.

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