ASÍ TERMINÓ AQUELLA BATALLA.


ASÍ TERMINÓ AQUELLA BATALLA.
(LA Guerrilla en la  Sierra de Chihuahua)
La guerrilla en la sierra de Chihuahua surge como respuesta a la violencia ejercida por el gobierno, contra líderes y luchadores sociales que, desde años antes, habían enarbolado las banderas de las necesidades de campesinos, obreros y estudiantes. El profesor Socorro Rivera   (Asesinado a finales de la década de los años 30),  el Profr. Francisco lujan Adame (asesinado en 1959), Don Rosendo Gaytán Valdez, Carlos Ríos, y otros, en la lucha a favor de los campesinos; Después, el Dr. Pablo Gómez Ramírez, el Profr. Arturo Gámiz García, Álvaro Ríos Ramírez, Oscar González Eguiarte, los hermanos Rodríguez Ford, los hermanos Gaytán Aguirre, entre muchos otros, que participaron de manera decidida en la lucha legal a favor de los más necesitados.
La represión por parte del gobierno y los latifundistas, en contra de Arturo Gámiz, Pablo Gómez, Oscar González, hermanos Rodríguez Ford, Etc., arreció a partir de la quema del templete, en la ciudad de Chihuahua, donde se presentaría el Lic. Gustavo Díaz Ordaz,  siendo candidato a la presidencia de la república.
Poco después, Salomón Gaytán Aguirre y Antonio Scobell Gaytán, (previo acuerdo con el Profr. Gámiz) ajusticiaron al cacique Florentino Ibarra y se remontaron a la sierra. Para entonces, Arturo Gámiz se encontraba detenido en la ciudad de Chihuahua; cuando salió de la cárcel, sabiendo los riesgos que corría si se quedaba en la ciudad, decidió trasladarse a la sierra para reunirse con Salomón y Antonio; es entonces cuando inicia el Movimiento Armado Revolucionario, en la sierra de Chihuahua.
Pensando en que podría ser un a salida a la precaria situación económica por la que atravesaba mi familia, empecé participando en un grupo de solicitantes de tierra, encabezado por los Señores Rosario Prieto Chavira, Arnoldo Salas, Carlos Dórame y Socorro Gómez, en Nuevo Casas Grandes, Chihuahua. El grupo era asesorado por miembros de la Unión General de Obreros y Campesinos de México, entre otros, Álvaro Ríos Ramírez.
En uno de los encuentros estudiantiles en la sierra, convocados por el Profr. Arturo Gámiz, se acordó la creación de Clubs de la Juventud Trabajadora. En Nuevo Casas Grandes se formo uno de estos clubs y fue allí donde tuve acceso a literatura revolucionaria.
El Profr. Arturo Gámiz pidió a los compañeros de la ciudad, le enviaran gente para fortalecer el grupo guerrillero; de Nuevo Casas Grandes salió rumbo a la sierra un grupo de siete compañeros entre los que me encontraba yo.
En Ciudad Madera hicimos contacto con Guadalupe Scobell, quien nos llevó a un lugar de la sierra donde nos estaban esperando los compañeros Salomón y Antonio. Después de varios días de intensa caminata, llegamos a otro punto de la sierra donde se encontraban los compañeros Arturo Gámiz, y Margarito González (Ramón Mendoza andaba en otro lugar desempeñando una misión encomendada por el Profr. Gámiz). Tiempo después, llegó a nuestro grupo un estudiante que tuvo que remontarse a la sierra para evitar ser detenido por las autoridades, por su actividad en el movimiento social revolucionario. Juan Antonio Gaytán al ser detenido y torturado por un grupo de judiciales rurales, también decidió incorporarse a nuestro grupo. Así fue como el Grupo Popular Guerrillero llegó a contar con 15 guerrilleros, que fueron: Arturo Gámiz, Salomón Gaytán, Antonio Escobell, Juan Antonio Gaytán, Ramón Mendoza, Margarito González, los 6 compañeros, procedentes de Nuevo Casas Grandes y yo, un campesino a quien le decíamos el güero y el estudiante universitario.
Las condiciones objetivas para el desarrollo de la lucha armada existían pero era necesario crear las condiciones subjetivas, por lo que el Grupo Popular Guerrillero daba prioridad a la politización y concientización de la gente, lo cual redundaría en el fortalecimiento de las bases de apoyo del núcleo guerrillero; sin embargo, el primer enfrentamiento con las fuerzas enemigas se dio cuando fuimos emboscados por un grupo de la judicial rural, comandado por Rito Caldera Samudio, quien torturaba a campesinos para recabar información respecto a nuestra ubicación. Estos hechos nos hicieron reflexionar y decidimos pasar al plano de la ofensiva, para demostrarle al pueblo que por nuestras ideas y nuestra convicción revolucionaria, estábamos comprometidos a dar la batalla hasta sus últimas consecuencias; también para demostrarle al enemigo que la guerra estaba declarada y que sería una lucha a muerte.
Empezamos a planear una acción militar en contra de la judicial rural, que consistía en un ataque sorpresa en su propio cuartel general ubicado en el pueblo de dolores, en una casa propiedad de los caciques Ibarra. En esos días, nuestras fuerzas en elementos humanos eran de seis compañeros, armados con un M1, tres 30-30, y dos 7mm.
En el momento de la acción, la toma de posiciones fue la siguiente: Salomón y el Güero por el frente de la casa, Antonio y yo por la parte trasera, el Profr. Gámiz y Juan Antonio por uno de los costados. Era de madrugada cuando sitiamos la casa. El ataque duró 30 minutos aproximadamente; el Güero, protegido por Salomón, Juan Antonio y Arturo, corrió hasta la puerta de la casa, la abrió a balazos y arrojó al interior una bomba molotov. Los judiciales se rindieron; los trasladamos hasta el centro del poblado, donde sería fusilado el jefe del grupo, Rito Caldera Samudio.
En ese momento pensé que no era conveniente llevar a cabo el fusilamiento y le pedí al profesor que le perdonara la vida. Hubo una breve discusión, porque Salomón decía que mi petición rompía con el plan trazado de antemano y, desde luego, porque algunos miembros de la familia Gaytán, habían sido perseguidos y torturados por órdenes de los caciques cómplices del gobierno; a final de cuentas no se llevó a cabo la ejecución pero, sin lugar a duda, política y militarmente la acción revolucionaria fue para nosotros un triunfo muy importante.
    Las condiciones de lucha eran de mucho sacrificio debido a la falta de control del territorio y la escases de logística  para el desempeño de las actividades propias de la guerrilla, lo cual fue minando la voluntad, de algunos compañeros, de continuar en la lucha. Al poco tiempo de haber ingresado a la guerrilla, del grupo de los 7 procedentes de Nuevo Casas Grandes, 4 pidieron ser dados de baja lo cual se les concedió, previa advertencia de lo que les podía pasar en caso de caer en manos de las fuerzas represivas. Días después también pidieron su baja los otros 2 compañeros.
El estudiante, que había sido perseguido por las autoridades, por su actividad en la lucha social, dentro y fuera de la universidad, a los 3 días de estar en el grupo tuvo que ser dado de baja y fue trasladado de nuevo a la ciudad, por no aguantar el ritmo de la guerrilla. El campesino, a quien le decíamos el güero, también pidió su salida del grupo argumentando tener problemas familiares.
El Profr. Gámiz y Salomón, considerando que era yo el menos identificado del grupo, decidieron enviarme a la ciudad de Chihuahua. La encomienda que llevaba era recabar información referente a la situación política prevaleciente en la ciudad, solicitar ayuda económica y/o en especie, es decir: armas, balas, ropa calzado y alimentos. Bajé de la sierra, acompañado por un indígena pima, hasta llegar a Ciudad madera; de allí me trasladé a la capital del estado. Llegando a la ciudad me dirigí a casa de la compañera Guadalupe Jacott donde permanecí varios días. Hice contacto con algunos compañeros de la red urbana y les di a conocer el motivo de mi estancia en la ciudad. Estuvieron de acuerdo respecto a la solicitud de apoyo logístico. Poco después, regresó el compañero Oscar González y me informó que el Profr, Gámiz había tomado la decisión de bajar de la sierra a todo el grupo. El hecho de que algunos compañeros habían pedido su baja del grupo guerrillero, originó que se tomara la decisión de reclutar más elementos y llevar a cabo un entrenamiento político-militar.
En grupos pequeños nos fuimos trasladando a la Ciudad de México. Se dio inicio a los cursos ideologico-politico-militares. Las prácticas de campamento, tiro al blanco, fabricación de granadas caseras, mantenimiento y limpieza de armas, se llevaron a cabo  en unos cerros cercanos a una población llamada Santa Martha Acatítla. En el entrenamiento también participaron las compañeras Lupita Jacott, Mélida Terrazas y Lola Gámiz, hermana de Arturo Gámiz.
Días después de iniciada la práctica llegaron al grupo el Dr. Gómez y otros compañeros. También llegó el militar retirado Capitán Lorenzo Cárdenas Barajas, quien supuestamente nos daría entrenamiento militar; la deficiencia en la enseñanza teórica que nos proporcionaba el ex militar nos hizo dudar de su honestidad; tiempo después comprobamos que había sido infiltrado en nuestro grupo y que delató, en parte, los planes a realizar por el Grupo Popular Guerrillero.
Luego de terminar los cursos de capacitación, se tomó la decisión de regresar al estado de Chihuahua y, otra vez, lo hicimos en grupos pequeños, como medida de precaución y/o porque se les había asignado alguna comisión a realizar. De la ciudad capital partimos rumbo a Ciudad Madera. El grupo en que yo me encontraba llevaba la consigna de localizar al Profr. Miguel Quiñones, en Ariciachic o sus alrededores. Preguntábamos a los tarahumaras si sabían donde se encontraba y no nos respondían demostrando desconfianza hacia nosotros por no saber que éramos compañeros del profesor. 
El grupo principal, en el que yo me encontraba, llegó (en un camión maderero que habíamos secuestrado) a un lugar cercano a Ciudad Madera, en donde acampamos y a donde deberían llegar otros dos grupos; uno que había sido enviado a la ciudad a recabar información referente a la situación político-militar existente en la entidad; el otro, compuesto por Salvador y Juan Antonio Gaytán, que habían sido comisionados para subir a la sierra y traer las armas que había dejado allá el Grupo Popular Guerrillero. El  asalto al cuartel estaba programado para el día 15 de septiembre pero por problemas de último momento y por la espera del arribo de los otros grupos, la acción revolucionaria se fue posponiendo. Arturo Gámiz envió a dos compañeros a la ciudad y la información que recabaron fue que la tropa había sido reforzada y que en el cuartel se encontraban más de cien soldados. El día 22, El Profr. Gámiz tomo la decisión de llevar a cabo el asalto la madrugada del 23 de septiembre. El Dr. Gómez le pidió a Arturo que reflexionara sobre su decisión y le propuso buscar alternativas donde el grupo tuviera más posibilidades de triunfo; el profesor contestó que no “El asalto se va a llevar a cabo –dijo- si ganamos que bueno, si perdemos ni modo, pero tenemos que dar un golpe espectacular para que los chihuahuenses y todos los mexicanos se den cuenta de lo que está sucediendo aquí en el estado de Chihuahua”. José Juan Fernández le insistió a Arturo en que reflexionara sobre su decisión; el profesor le preguntó “¿Tienes miedo?” Luego le ordenó “tú te vas a encargar de cuidar al chofer y al camión con el resto del equipo”.
El asalto se programó de la siguiente manera: hacia el norte (en la casa redonda) el grupo formado por Oscar Sandoval, Rafael Martínez Valdivia, Guadalupe Scobell y yo. Hacia el sur (rumbo a la entrada a la ciudad, viniendo de Cd. Cuauhtémoc) el Dr. Pablo Gómez, Emilio Gámiz, Antonio Scobell y Miguel Quiñones. Hacia el este (en el terraplén de las vías del ferrocarril) Arturo Gámiz, Salomón Gaytán y Ramón Mendoza. Hacia el suroeste (en la casa Pacheco) Francisco Ornelas. En algún lugar, para mí desconocido, José Juan Fernández cuidando el camión maderero, en el que se suponía, en caso de triunfo, partiríamos hacia la región donde había operado el Grupo Popular Guerrillero. La voz de ataque sería el primer disparo; la voz de retirada era la palabra “águila”.
Se escuchó el primer disparo; la balacera se generalizó y en pocos momentos empezaron a caer combatientes de ambos bandos. En medio del estruendo del combate, yo alcance a escuchar la voz de retirada; se los hice saber a mis compañeros pero Rafael Martínez me contestó que no era la voz de retirada, que tal vez había sido el grito de dolor de algún soldado que había caído herido. En ese instante, un grupo de soldados corrieron en dirección a donde estábamos nosotros, llegando hasta el otro lado de la barda que nos servía de parapeto. En ese momento escuché más disparos, pero éstos provenían del lado contrario, es decir, a nuestras espaldas. El primero en caer fue el compañero Oscar Sandoval. Rafael Martínez trataba de encender la mecha de una granada, para lanzarla a los soldados que habían llegado del cuartel a la barda y en ese momento fue alcanzado por las balas de los soldados que nos estaban cercando; “ya me dieron, compañero Lugo” –me dijo- y cayó mortalmente herido.
En ese mismo instante, a la altura de la cintura sentí el impacto de una bala que, por suerte, pegó en un cargador extra del 30-06 que yo portaba. La bala y esquirlas del cargador penetraron en mi cuerpo, pero me sobrepuse al golpe y pude continuar de pie. Hablé con Lupito Scobell para hacerle saber lo absurdo de nuestra permanencia en el lugar pero él me respondió con valentía y coraje “Aquí nos lleva la chingada pero no abandonamos el combate”. Insistí, haciéndole saber mi decisión de tratar de romper el cerco. Hice unos disparos logrando replegar a los soldados; corrí lo más que pude, luego me detuve para proteger la salida de Lupito, pero me di cuenta que ya no se encontraba en el lugar.
Así terminó aquella batalla, con un saldo de 8 guerrilleros muertos y 5 sobrevivientes. También murieron 6 soldados, según reporte oficial.
Hasta aquí mi experiencia adquirida como integrante del Grupo Popular Guerrillero, en la lucha que culminó con el asalto al cuartel militar de Ciudad Madera, el 23 de Septiembre de 1965.
Raúl Florencio Lugo Hernández.
Agua Prieta Son. A 16 de abril del 2015.


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